Ejercicios de admiración

La humildad de un hombre va a la par de su espíritu. Para Yves Belin, este arte de echarse a un lado es una manera de ascesis que proviene en cierto modo de la filosofía.

El océano de la vida es inmenso y del que tan sólo percibimos su superficie. Los fondos del océano son para nosotros, con frecuencia, impenetrables. Lo único que podemos hacer es ponernos a la escucha del mismo y traducir, según los dones que tengamos, las vibraciones sutiles que recibimos. “Quien contempla las aguas cenagosas, no verá las aguas claras" manifiesta el pensamiento de Chuang Tseu, filósofo y letrado chino que vivió hace más de dos mil trescientos años pero cuya percepción sigue estando de resplandeciente actualidad. Hay que tener el alma ligera para captar el azul del cielo. Ese azul frecuentemente presente en los trabajos de Yves Belin quien, mientras se interesaba en contemplar la obra de los demás, no se daba cuenta de que él mismo era pintor. El momento en que se dio cuenta fue a los treinta y cinco años (…).

Yves Belin, humanista ante todo, forma parte de esos seres cuyo contacto nos enriquece, cuya palabra precisa y economizadora de efectos, nos aleja de las mezquindades con las que se alimenta lo cotidiano como de la única realidad posible.

Conversar con él, al mismo tiempo que descubrimos sus obras, abre y revela en nosotros un potencial insospechable. Sin embargo, nos confiesa que las obras van siempre más allá de lo que el artista percibe: "Siempre se pierde algo entre la idea y su realización. Pero valoro muchísimo la visión de los demás. En el momento de las exposiciones, esta visión me aporta elementos de verdad. Lo esencial siempre es dejar un sitio a la emoción. En el ámbito de la educación, es a través de ella, precisamente, que se transmite el saber. Lo que explica el fenómeno de creación proviene de nuestra relación tan difícil con las cosas. Hay que sublimar el sufrimiento. La curva nunca debe estar floja, sino tensa. Tenemos un espíritu libre en un cuerpo cautivo. A pesar del tiempo que pasa, sigo siendo fiel al trazo. Es preciso disminuir, en la medida de lo posible, las meditaciones técnicas, en cierto modo a la manera de los calígrafos de Extremo Oriente."

Yves Belin, perfeccionando sin cesar sus «variaciones», es un pintor dominado por dos elementos: el aire y el agua. Entre algas y nubes, edifica día tras día su movediza morada mental.

Luis PORQUET, 2005