Nativo de Falaise, el normando Jean-Louis
VERRIER creció en Versalles y,
tras algunas peregrinaciones, regresó
a Normandía en 1982, instalándose
en Langrune-sur-Mer.
Este pintor, expositor activo y titular
de numerosos premios, sabe pasar con facilidad
de la ilustración de cuentos para
niños a los frescos en establecimientos
escolares o en lugares públicos.
Jean-Louis VERRIER construye sus obras
con energía gracias a una pincelada
amplia y segura, lo cual le proporciona
un estilo decidido y expresivo.
Para él, el gesto es ritmo y colores
para mejor afirmar si cabe el ambiente.
El artista, incluso cuando se trata de
espacios o de cielos, magnifica las nubes
y compone la atmósfera con una
decisión que no impiden en absoluto
que haya una calidad irisada de colores
inesperados y, sin embargo, eficaces.
Cada motivo puede ser misterio, sortilegio
y sorprender, fascinar a pesar de la evidente
referencia a la naturaleza, a los elementos
e incluso a los seres que el artista sabe
dotar de una seducción certera
a pesar de inquietantes y falsos pretextos
en la mirada.
Por lo tanto, una pintura de gran calidad
la de Jean-Louis VERRIER pero desconectada
de un realismo demasiado pulido, demasiado
fiel y que nos permite asistir a la energía
de una trabajo original y activo, así
como a las audacias viriles que, si embargo,
no van exentas de poesía.
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André
RUELLAN, critique d'art
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