A modo de poesías magistralmente
trabajadas en un descriptivo totalmente lleno de emociones
y de sensaciones, gracias a una elección precisa
de palabras intensas, así se reconoce la pintura
de Camille Vidal, siempre evocadora y sembrada de múltiples
impulsos del corazón y del espíritu.
No creo que este artista hubiese apreciado que se le
declarase casi informal mientras que sus creaciones
llegaban siempre a describir con brío, la resplandeciente
magia de la belleza pura, puntuada de amplitudes conmovedoras
de donde nacían armonía y equilibrio.
De estos frutos activos y generosos de la reflexión,
Camille Vidal ha sabido quebrantar lo gestual, depositando
un ritmo que hace alternar una gravedad grandiosa con
una sugestión solidamente colocada.
En efecto, las obras de este artista eran profundamente
generadas por la virtud de colores-espejo y la visión
de un pintor que rozaba a veces lo tangible, para enturbiar
mejor el infinito misterioso de sus fuentes de inspiración.
André
RUELLAN, Crítico de arte
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